La fisiología del sueño

Vigilia, ondas alfa y beta; estadio I, una fase de transición de escasa duración, en la que las ondas beta se van haciendo más amplias, comienza a observarse alguna theta, y no están tan desincronizadas, que es la constante de la vigilia.

Estadio II, de un mayor enlentecimiento, y en el que se comprueba que aparecen algunas ondas delta y los husos del sueño, además del complejo K, ondas de alto voltaje, agudas, repentinas. Y hay, todavía, un estadio III y un estadio IV, de ondas delta, de descanso reparador, que en el primer ciclo del sueño es un estadio largo y, abruptamente, no se sabe porqué,  la región pontina-reticular, que contiene neuronas gabaérgicas, comienza a descargar y se inhibe la liberación de acetilcolina hacia los músculos, produciendo la atonía muscular característica de lo que se conoce como sueño paradójico, REM o MOR, de movimientos oculares rápidos, debido a las proyecciones de los axones que se dirigen a la médula, nuestro cableado orgánico interno, mientras que en la corteza se desincroniza el trazado delta.

Pero, cómo se produce el sueño. En los ojos se encuentran las opsinas, fotopigmentos receptores, porque están vinculadas a un cromóforo que, en los conos y bastones, se conoce como rodopsina, mientras que en estas otras células ganglionares su nombre es el de melanopsina (como en la estructura de la piel), que despolariza la célula ganglionar, que proyecta hacia el núcleo supraquiasmático que está situado por encima del quiasma óptico y que hallaremos en el hipotálamo. Núcleo cuyas células sintetizan el gen Clock del ciclo circadiano (Circadian locomotor output cycles kaput). El ”reloj molecular” que, como determinó Joseph Takahashi, regula la concentración de esa proteína a lo largo del día. Aunque Clock en conjunción con BMAL1. Mientras que el núcleo supraquiasmático proyecta hacia el núcleo paraventricular, que proyecta hacia la médula espinal que, a su vez, va a enviar proyecciones al ganglio cervical superior (que es simpático) y ahí se produce una sinapsis. Y esa sinapsis va a destinar una proyección noradrenérgica hacia la glándula pineal y, ahí, esa noradrenalina liberada va a actuar sobre los receptores beta 2, fundamentalmente, y también sobre alfa, que van a producir y estimular la síntesis de melatonina, la conocida como oscuridad química. Y por eso no deja de ser curioso que Descartes llamara a esa glándula «el asiento del alma». Ese alma que para los naskapi, indios cazadores del Canadá, es una sombra, una chispa o una llamita que sale por la boca. Y alma que, para los bantú del Kasai, se separa del cuerpo durante el sueño. El sueño como la reseña del viaje pero y la Ciencia, qué tiene que decir, en esta coyuntura, acerca de la razón por la qué dormimos… ¿acaso lo sabe? No realmente pero, a cambio, y como casi siempre, nos ofrece algún conocimiento en el que sostenernos. Y, así, hay teorías que nos hablan de la conservación de la energía, ya que durante la vigilia los niveles de glucógeno cerebral descienden, mientras que cuando entramos en el sueño comienzan a recuperarse. O la temperatura corporal y el cortisol, el volumen de orina, la hormona estimulante de la tiroides, que también son oscilantes a lo largo de la jornada. Y la hormona del crecimiento y la prolactina. Porque lo que es seguro es que dormir por debajo de un mínimo de horas… conlleva el riesgo de desarrollar una patología, afectando, implícitamente, a nuestra memoria, a nuestro estado de ánimo, reflejos reactivos, capacidades cognitivas, al reducirlas e, inclusive, provocando alteraciones en el juicio. Y un paciente deprimido lo que sufre es un retraso de la fase.

[UACA]

https://elespiritudelchemin.wordpress.com/2017/08/21/el-ensayo/