Caminando con Adrienne


Oscuridad plena, ladridos, el perro está ahí, suelto pero despacio me giro y comienzo a dar pasos hacia atrás con sumo cuidado, eso sí, de no tropezarme y aunque sin perderlo de vista, porque no sería el primer peregrino que se confía, y que al alejarse descubre como se le hincan unos dientes por encima del tobillo. Así que ella era lo que menos me esperaba, Adrienne, que ha salido caminando desde Suiza y dice que se ha pasado la noche en vela en esa ermita, rezando al Padre, la de esta aldea de Pradeda, ella sabe su nombre, y porque no quiere morir a si misma. Eso me ha costado algo entenderlo pero a la altura del mojón kilométrico 132’498 hemos echado a andar juntos, por un camino de tierra en ascenso, y ella ha prometido explicármelo todo. Él que no entiende la donación dice, la donación que es entrega al Padre, ese renuncia a la vida eterna y muere la muerte del pecado.

Adrienne es evangelista y cuando me habla, experimento la extraña sensación de haberla oído, no recuerdo dónde pero, en alguna parte, antes… Le he preguntado si es que no tiene miedo de enfermarse, porque la madrugada ha tenido que empaparla, y muchos en el Camino por lo que rezamos es por ser capaces de concluirlo, lo que no sería posible de ir a enfermarse. Pero ella sólo me responde que el Amor siempre nos pide más y que la ética de la vida espiritual, de la vida cristiana, es sufrir en paz y estar alegres en paz. Porque ni la alegría ni el dolor son pensables desde nuestra apertura mantenida sino de un modo anular, y eso algo que me confunde. Sí, un modo -dice, rotundo, categórico, terminante. Y ni llorar ni reír -me explica- son lo que fueron desde que la alegría de Dios y su dolor enraizaron en ella, afincando en ella. Un dolor tan hondo que hizo innecesario el llanto, y una alegría tan profusa que exilió la risa. Sólo simplemente padecer. sólo simplemente compadecer y bendecir. He andado con muchas personas a lo largo de todas estas jornadas pero ahora me siento muy seguro de no haber conocido nunca una fe como la de Adrienne, y ya sólo guardo silencio para no poder perder ni un hilo, de todo lo que ella, como si fuera inspirada, me habla.

«El germen es el comienzo. Es el insondable pilar del origen. Lo fecundo inextinguible. Y es el verbo, por lo que todo lo que permanecía palpitante se transmuta en cumplimiento, dándosenos incansable, incesantemente, haciéndosenos inteligible. Pero el comienzo jamás tendrá la misma relación mundana con la que nosotros lo concebimos, y en Dios, la eternidad misma, no existen ni los contrastes ni la segmentación que nosotros percibimos. Es la persistencia definitiva. Es lo sobrecogedor y lo absoluto.»

Pero de pronto… estupor. ¿Adrienne, tú también captas eso? Es que no sé qué está saliendo de entre los árboles. Y es que los árboles en este punto son una fronda, ejercen de fronda, oscuros, entre la oscuridad, con sus oscuras y frondosas copas… Pero qué si capto el qué -me responde Adrienne. No sé, ese zumbido -le digo. ¿Un zumbido? ¿Qué clase de zumbido? -me pregunta ella. Así -le digo pero creo que sólo estoy moviendo mi mano derecha como una garra a la altura de mi sien derecha y de mi oído. Y como si nos encontrásemos ahora mismo debajo de un aguacero… No todos los seres humanos tenemos la misma sensibilidad -me responde, entonces… Ven, vamos a seguir caminando, no te preocupes. Pero hemos echado a andar hacia adelante y el zumbido se ha hecho todavía más intenso, hasta resultar casi ensordecedor, que será cuando ella mire hacia arriba y ya libres de la fronda me señale hacia la línea de alta tensión bajo la que cruzamos. A veces -me explica- se producen en estas líneas el «efecto corona» y la magnetostricción, ¿no has oído hablar de ello? Claro -digo- y sonrío y, luego, le pregunto qué ha estudiado ella, y me dice que medicina. Ha comenzado el orto y seguimos subiendo, todo el tiempo se sube y continúo escuchándola en silencio: «La luz de Dios abriga en sí la noche como su velo, su escondimiento, su misterio esencial, y por eso desgaja el límite: las tinieblas del Señor son sólo la reserva del Señor. En el mundo Dios ha separado la luz de las tinieblas pero él mismo se halla por encima de estas tinieblas, y porque las ha separado nosotros creemos saber lo que son, lo qué es la luz y lo qué las tinieblas son pero no es así, y ante el misterio de su amor… lo único que tenemos que asumir es un profundo respeto. La noche es una gran lección.»

Cerca de diez minutos después, hemos alcanzado una carretera en la que las luces de los coches y su velocidad al sobrepasarnos parecía imponernos un silencio. Habíamos alcanzado el Alto da Baqueriza [Reserva de la Biosfera Río Eo, Oscos, Terras de Bouron], un mojón marcaba el punto kilométrico 131’636 y, por una pista forestal que surgía ahí mismo, seguimos caminando, dejando a nuestras espaldas el amanecer y el perfil de la Sierra de Los Ancares. Por entre los pinos la oscuridad todavía era palpable, aunque yo no podré evitarlo, y me daré varias veces la vuelta sobre mí mismo, para no perderme el espectáculo de ese amanecer que era como un incendio. Sea en la noche creada por Dios -dijo entonces Adrienne- o bien sea en la noche creada por el hombre, la noche del pecado, que es una noche distinta, la noche más distante, las tinieblas que son sólo una cualidad de la luz eterna, son no sólo para nosotros sino hasta para los ángeles y el Hijo, el misterio en que el Padre permanece impenetrable. Vimos justo ahí un camión lechoso acurrucado del lado izquierdo pero sin el que es bastante probable, que de ir cabizbajos como íbamos, hubiéramos desconocido la visión de lo que en gallego llaman la Chaira, la llanura lucense donde la fantasmagórica brétema evoca los «arrecifes paradójicos». ¿Eran esas islas que otorgan -como dijo el poeta Quessep- un caracol? Ese debe ser un proceso semejante, a cuando tratamos de aclararnos. Y sobre todo, lo que ya no habré de olvidar, era aquella indescriptible sensación de ligereza radical tan pocas veces experimentada. La mochila una pluma. Y en la sonrisa de Adrienne una calma infinita. Hemos emprendido un descenso. Y ya no volveremos a contemplar lo que vimos pero lo que no dejaremos nunca será ese «instante» atrás.

[GCU]

https://elespiritudelchemin.wordpress.com/2017/08/21/el-ensayo/

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. »El conocerse es en el Espíritu la existencia»

    H. W. F. Hegel

    Para quien conoce y recorre este camino… resultará relativamente sencillo situarse pero aún así va a chocarse con algunas extrañezas. Y en la segunda lectura, como es lógico, uno querría recorrer la acción de un modo lineal, consecutivo, aunque así se pierda el orden de la casualidad. Ésta que continúa es esa segunda lectura:

    El aliento de Natashia / La salida del albergue de Peñaseíta / El mágico bosque en el ascenso al Puerto de El Palo / Signos en devenir / En el Alto de El Palo la aparición de un viajero / De paso por Montefurado y de camino a Lago / Las confesiones de Robert Walser / Tras la comida, el viajero y el peregrino, se ponen en marcha / La llegada a Berducedo / La peregrina eslovaca / La estrategia del tejo / La llegada al albergue de La Mesa / El trágico accidente / Julien Green / El corazón de Dios / Creer y sentir / Las compañeras de camino / El congreso del Finnegans Wake / El discurso del placer / La pureza de la espiritualidad / El acelerador de personas / La llegada a Grandas de Salime / Los fundamentalismos cristianos / El albergue en Grandas de Salime / ¿Un milagro? / De Malévich y Baumgarten / La caja metafísica / La ayuda necesaria / Del complejo boceto / El beso de Natashia / El asesinato de la peregrina Denise Thiem / La salida de Grandas de Salime / El encuentro con C. S. Lewis, como Clive / Conociendo el amor / La fuerza del eros / La felicidad de la philia / La construcción de la amistad / El conocimiento intelectual de la caridad / La conversión de C. S. Lewis al cristianismo / El sentido del sufrimiento / La comida en A Fonsagrada / De la experiencia en la caja metafísica / Las explicaciones de Ne-Je / La molécula de la fe / El discurso del psicoanálisis según Alfredo Eidelsztein / El discurso del saber según Arturo Frydman / Los destinos celulares y el lenguaje del inconsciente /

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    / Atrévete a saber de la excelencia moral / El tacto infinito / Caminando con Diotima de Mantinea / La amistad para Aristóteles y Epicuro / La amistad para Cicerón y Séneca / La Durée de Bergson / Caminando con Guillermo Páramo Rocha / En el nombre de los matemáticos / El caparazón de Reichenbach / La llegada a O Cádavo / Con Alessia de Liubliana / Sin noticias de ellas / El método de C. G. Jung / La alucinación / Caminando con Adrienne von Speyr / De la aporía del instante / Hablando del odio y de Dios / El lenguaje de la palabra pura / La noche del amor perfecto / La despedida de Adrienne / Mauriac, el analista de conciencias / La llegada a Lugo / De la ciudad origen y el experimento colectivo / Los billetes de autobús / Los elohim y la oración incesante / El terremoto de Lisboa y la catedral de Lugo / Los principios del protestantismo / La verdad de Parménides / El despertar con Peter Grimmig / Sensaciones extrañas / La muchacha que andaba descalza / Las aves y las sibilas / El abandono / Los augures de Plinio / Los misterios de Santa Eulalia de Bóveda / Los galiambos de Catulo y el culto de Atis y Cibeles / La llegada a San Román de la Retorta / El homenaje de Luz Pozo Garza / La acogida de los peregrinos / La identidad de Euler / La suspensión de la credulidad / La llegada de la doctora Osip / De las virtudes del cannabidiol / Los factores anti-tumorales de los cannabinoides / Los sueños que se repiten / La inédita creación del espíritu / El método de María Zambrano / La poesía de Arseni y Andrei Tarkovski / La vida en los límites / El perro hospitalero / El destino de Robert H. Blyth / El homo viator de Gabriel Marcel / Caminando con la historia de Martín Barriuso / La justicia de Manuela Carmena / La hora de la política / Un recorrido por la historia / Caminando con Michel Onfray / La llegada a Melide / El papel de la filosofía en el mito / Las ideas revolucionarias de Manuel Castells / Comunidad, inmunidad, religión y umma / El problema del Islam / El Pulitzer de Kevin Carter / El papel del artista y la creatividad / La paz de Sájarov y el mal de Küng / El secreto de Oppenheimer / El Camino de Andoni Moreta / El lugar del psicótico / Los casos de Issei Sagawa y Altusser / Los postulados filosóficos / Lugares comunes / El Reino de Jesús / Fideísmo, deísmo, teísmo y panteísmo / El conocimiento de los cannabinoides de Manuel Guzmán Pastor / Caminando con August Strindberg / La psicosis de Swedenborg / Pasando miedo / El monumento del Monte del Gozo / La llegada a Santiago de Compostela / El comienzo del Camino / La cena en el albergue de Saint-Jean-Pied-de-Port y la partida / El viaje con la española / El final del sueño / Aparentemente sin conexión / La fisiología del sueño / La sonrisa del profeta Daniel [o parámbulo]

    Créditos de este ensayo dramatizado, Libro Tercero [o Primero] de CAHIER ÂME. Todos los que se aportan a través de estos comentarios.

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