Aparentemente sin conexión

Publicado por Carmen Adso el agosto 23, 2017noviembre 25, 2020

Ahora estoy leyendo ‘La vida mítica de Avril Lesavant’. Un argumento que se inicia como un thriller y se desarrolla, en su mayor parte, en la capital madrileña. Pero aunque la historia, en sus primeros compases, me pareció absolutamente endiablada de seguir, por fin, termino por concluir que lo que persigue es alcanzar algún ”tipo-clave” de límite, donde lo desconocido, por lo confuso, se torna evidente. Pero será mejor que ponga un ejemplo: «Digo lo que oyes/lees, que es lo que te haces decir pero no sabes lo que digo. Se trata de que lo averigües: ‘pero no eso’.»

Lacan llamo «parlêtre» al que habla sin necesidad de pensar, el inconsciente. Pero qué entendería por inconsciente alguien como Baars, un psicólogo cognitivo con conocimientos en psicolingüística y neurociencia. Y es que uno, de pronto, también se hace un lío con eso, con que Baars y Block y Koch y Tye y Laberge y Zahavi y Mawthorne y Penrose y Kirk y Greenfield y Nöe y Ramachandran y Mele y Hameroff y Kim y Gregory y Carruthers y Varela y Jackson y Cohen y O’Regan y Metzinger y Nemirow y Hurley y Damasio y Velmans y Crick, de quien ya supimos, y Chalmers y Wegner y Nagasawa y Rosenthal y los Churchland y Dennett o Stoerig y Seare y Searle y Nagel y McLaughlin y Levine o Papineau o Hill y Gulick y Gallagher o Grahek puedan exponer criterios tan… ¿Cómo decirlo?

Pero entre Block, que se dirige a nosotros desde la filosofía, y Baars prefiero que me expliquen que, en este territorio que a todos nos incumbe, continúa existiendo la indiferenciación que antaño existiera entre el calor y la temperatura. Y eso mejor, que hay matices imprescindibles por aplicar, caracteres fenomenológicos y criterios científicos, a que me expliquen, tan simplemente, que la conciencia es un teatro, con su escenario, actores, bambalinas, luces, público y director de escena. Y aunque, luego, lo importante sea lo que le dijo a la Blackmore, que, cuando él comenzó a estudiar psicología en la universidad, la universidad era conductista y cuando para Baars el conductismo es un concepto erróneo. Entonces, se puede deducir de ello que, habiendo reconocido Baars la naturaleza del ”síntoma”, Baars actúa como un herético (en el buen sentido), como Joyce en su obra, y no se priva de usarlo lógicamente; es decir, «hasta alcanzar su real, al cabo del cual no hay más sed.» Bien pero Baars de lo que nos informa, a continuación, es de que al mismo tiempo, en ese mismo medio universitario, entró en contacto con algunas personas que le hicieron interesarse por la meditación trascendental que tiene sus raíces en los sagrados Vedas, en concreto en los Upanishads, y que será donde Baars se encuentre con un cuarto estado de conciencia al margen de los conocidos: dormir, soñar y estado de vigilia, y que es la conciencia pura, la conciencia sin contenido.

[CAG]

https://elespiritudelchemin.wordpress.com/2017/08/21/el-ensayo/