El viaje por tierras gallegas [EL CÓDIGO – lxi – (una red de redes)]


 

«La luz dejaba formas de saudade/ y la frescura de las piedras/ podía modular los ámbitos del río.»

Luz Pozo Garza

El viaje a Galicia Grisens, la ciudadana, lo iniciará subiéndose a un ALSA en la ciudad origen, que, tras casi tres horas de viaje, se detendrá en Ribadeo cerca de las diez y media. Grisens correrá a dejar su mochila en el hotel Fogar do Mariñeiro, que se encuentra en el muelle deportivo. Y se pondrá en marcha en dirección a la playa de las Catedrales, a once kilómetros de distancia. Habrá que consultar, eso sí, el horario de mareas, para que coincida con la bajamar. Esto ya es noviembre, así que no se esperan aglomeraciones. Para comer está el bar Augas Santas As Catedrais pero como las críticas son pésimas Grisens se conformará con unos trozos de empanada que llevará con ella desde casa y, si acaso, unos vinos que se hará servir allí mismo en una botellita de agua. Al regreso atravesará la playa de Esteiro, la de las Covas, la de Illas, la de Os Castros, la ensenada de las Cegoñas, Rinlo, siguiendo la línea de la costa, para desviarse a la isla Pancha y a su faro. Y continuar por la pena dos Apóstolos, As Carraias, punta do Castelo, el fuerte de San Damián y la playa de Cargadoiro, en cuyas proximidades aguarda el restaurante San Miguel, un txangurro de centollo al horno y un medallón de solomillo al foie y salsa de vino de Oporto. De obligada visita es la torre de los Moreno, en la plaza de España. El puente de los Santos no lo he mencionado porque Grisens ya lo atravesó en una ocasión cuando detuvo su camino en Ribadeo.

El desayuno a las siete y media en El Rincón del Gordo, en la avenida de Galicia, tortilla de patata, doble ración. A una hora de camino Vilela y, más allá, A Ponte de Arante y en ascenso. Hasta Villamartín Pequeño y Villamartín Grande y, algo más allá, Gondán y San Xusto de Cabarcos. Ya no muy lejos de Vilanova de Lourenzá, donde Grisens se alojará en el hostal La Unión. Unos callos a la hora de la comida y cordero para la cena, si no existe otra posibilidad.

Antes de las seis delante de la panadería Neli en pos de una empanada de bacalao y quizá otra de manzana. De Ogrobe a Grisens la separan cuatro kilómetros y más de cinco hasta Mondoñedo. En la pastelería Val de Brea la tarta de almendra dicen que es deliciosa. En Mondoñedo hay que parlamentar con la escultura de Cunqueiro y la catedral, más que verla, habérsela encontrado entre las rosas de piedra de Julio Llamazares, que pasó un día aquí. A las doce menos diez, Grisens habrá de subirse al autobús que la depositará en Lugo a la una y cuarto. De camino a la estación de tren, Grisens se detendrá en la cervecería Manuel María: dos Pago de los Capellanes, unas anchoas del cantábrico y una variedad de quesos.

El tren con destino a Orense sale de Lugo a las tres y llega a la «ciudad de las Burgas» pasadas las cuatro y media. Grisens se alojará en el hotel Altiana, no muy lejos del centro histórico, en la rúa Ervedelo, al otro lado del Miño. De la plaza Mayor, que es en pendiente, a las seis de la tarde sale el tren de las termas. Recorre el centro de la ciudad, atravesando el puente romano hasta llegar a las zonas termales de A Chavasquería, Muiño da Veiga y la estación termal de Outariz. Grisens sólo quiere reconocer el trayecto, con la finalidad de volver a andarlo al amanecer. La cena en A Casa do Pulpo, en la rúa Juan de Austria, pulpo a la brasa y empanada de vieira. Regado todo ello con ribeiro. A poco más de cien metros Miudiño, donde Grisens tratará de probar el vino tostado, dicen que el más valioso y escaso de Galicia.

El desayuno a las siete, al lado del hotel, en la cafetería Ervedelo 7. Y algo más de cinco kilómetros por delante hasta las termas de Outariz, que abren sus circuitos, por ser sábado, a las nueve. No permiten estar dentro más de dos horas. La vuelta en el tren hasta la plaza Mayor. A Taberna, en la rúa Julio Prieto Nespereira, espera. Una vieira de Galicia a la plancha y colas de langostino sobre puré de patatas y caviar de erizos en vinagreta de Módena, una croqueta de centollo, con queso de Arzúa a la plancha y mermelada, patata y lomo de sardinas aliñadas y unos grelos con marisco. De postre una manzana asada rellena de mousse de turrón y gelatina de orujo. El paseo por la ciudad vieja, entre la piedra dorada de sus edificios, se hará necesidad, hasta el parque de San Lázaro. Y de ahí, de regreso, a As Burgas, los manantiales de aguas termales en el interior de la ciudad y sus jardines. Y después a la catedral de San Martiño, en la plaza del Trigo; en cuyo interior puede conocerse su tesoro: la cruz preciosa, regalo del conde de Benavente, el esmalte de Limoges, el misal Auriense, las piezas de ajedrez y la cruz de azabache. Además de contemplar su pórtico del Paraíso, obra del taller del Maestro Mateo, que aún conserva su policromía original. Cerca las iglesias de Santa Eufemia y Santa María. La cena en el Liceo, el pazo de los Oca Valladares, mogote selecto criado con castañas, con risotto de verduras y emulsión de espárragos, arroz cremoso de rape y marisco de la ría, y tarta de Santiago con crema inglesa y helado de limón. Y el vino tostado esa noche será en TRANPITAN, en la plaza de la Magdalena.

El desayuno en la cafetería próxima a la estación de tren. La excursión comienza a las diez menos cuarto en la estación y se dirige al monasterio de San Pedro de las Rocas. Tras ello la visita se encamina al embarcadero de San Estevo para iniciar la ruta en catamarán por el río Sil. Durante la navegación se atraviesa el cañón del Sil y Grisens podrá divisar los bancales de viñedos situados en zonas de gran pendiente de la Ribeira Sacra. Se desplazarán hacia Parada de Sil y en O Cortiñeiro Grisens probará el caldo gallego y el conejo con castañas. De postre flan de café. La siguiente visita será al monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil. Y la siguiente al mirador de Pena de Matacas. Luego se detendrán en el municipio de Abeleda y visitarán la bodega Adega Vella, realizando una cata de algunos de sus vinos. Grisens se asegurará de bajarse del autobús en Orense en el parque de San Lázaro, la última de las paradas, ya cuando se cumplan las ocho y media de la tarde. La cena en el restaurante Nova, que cuenta con una estrella Michelín, un menú degustación de diez pases. Entre sus platos el foie con helado de pimiento, el ravioli de centollo y puré de chiribia, el gambón cocido al vapor con cuscús de curry rojo y bacalao pibil, el huevo a baja temperatura con crema de boletus y papada de cerdo ibérico. El paseo nocturno hasta el pub Corregidor.

El desayuno en la cafetería Amsterdam, cerca del claustro de San Francisco, lo que Grisens querrá visitar. Eso y el cementerio del mismo nombre. Antes de ir en busca de la plaza de San Cosme y la capilla de San Cosme y San Damián, donde se alberga el belén del escultor orensano Arturo Baltar. Y quizá, dependiendo del tiempo, se adentre en el museo arqueológico provincial, para matarlo. La comida en La Estación Loman, una hamburguesa de buey de Galicia, queso fresco Amalia, almendras y manzanas de la huerta. De la estación de autobuses separan a Grisens algo más de tres kilómetros. El autobús que va a tomar parte a las 16h35min y alcanza Allariz cerca de veinte minutos después. Su alojamiento en el hotel OCA Vila de Allariz, al otro lado del Arnoia, la hará desistir de correr a dejar la mochila, precisando las horas de luz que aún restan para recorrer el casco histórico. La cena temprana en O Pepiño, un salpicón de pez y marisco, un jarrete de vacuno gallego al mencía y una filloa rellena de helado de vainilla. La idea de visitar la población de Verín Grisens la descartó porque había leído que en Verín lo digno de presenciar es el entroido. En Allariz lo que se celebra es la fiesta del buey.

Para desayunar Grisens recurrirá al servicio de habitaciones. Tomará una ensalada de frutas y un sandwich de pavo, tomate y queso fresco. La guía dice que después de Allariz el peregrino continúa hasta A Frieira, cruza la parroquia de Santiago Folgoso y pasa por Roiriz de Abajo y de Arriba, Rubiás, Espiñeiros, Turzas y A Vila. Se entra, luego, en el área de Santa María de Augas Santas. Se continúa por el municipio de Taboadela, se cruza la parroquia de Santiago de Rabaeda y se sigue hasta Pereiras. Desde aquí hay que encaminarse por el municipio de San Cibrao das Viñas, pasando por A Castellana y A Ponte Noalla. Y, después, por San Breixo de Seixalbo. Cerca del complejo hospitalario universitario el hotel Ponte Romana, donde Grisens hará noche. La pizzeria La Fugazza no anda muy lejos, en la rúa Ramón Puga, una pizza Avellaneda (salsa de tomate, mozzarella, roquefort, tomate en rodajas, nueces, aceitunas verdes y orégano) y una crema catalana. A continuación tal vez un baño en Las Burgas o un deambular por la zona comercial de El Paseo, lo que se tercie. Pero en La Tagliatella, el restaurante italiano de la rúa Santo Domingo, Grisens cenará una lasaña tradicional o quizá unos canelones, con lambrusco.

El amanecer Grisens quiere esperarlo en la pasarela del puente del Milenio. Antes habrá desayunado en el café Arábica, en la rúa dos Remedios. El tren abandona la ciudad poco después de las nueve y se detiene en Ribadavia antes de las diez menos veinte. Ribadavia es una villa medieval con huellas celtas y romanas. Grisens cuenta con las horas necesarias para visitar todo lo que lleva anotado en su cuaderno, el castillo o sus ruinas, las iglesias de Santiago y San Juan, el pazo Bahamonde o la sede del museo etnográfico, la casa de la Inquisición y el barrio judío.

Su autobús deja Ribadavia a las 13h42min. Y alcanza Ponteareas, en la provincia de Pontevedra, a las 14h24min. Casa Amoedo queda cerca de la estación de autobuses, unas croquetas caseras y un solomillo con salsa de champiñones. Grisens se echará a andar en dirección al castelo de Sobroso. Del balneario de Mondariz la separan unos nueve kilómetros. Con tiempo de sobra para visitar el castillo e izarse hasta su torre. Esto sí que es un capricho, porque el lugar tiene pésimas críticas y parece ser que entró en decadencia. Grisens iba a cenar. La cena era un buffet libre e iba a realizar el SPA nocturno, porque dicen que arriba hay una piscina de agua caliente al descubierto que es increíble.

Afortunadamente, Grisens llevaba consigo, desde Casa Amoedo, un buen bocadillo de tortilla que le quiso hacer su dueña. El paso fue por Galleiro, Valado, Os Valos, Arrufana, Peinador, donde ya habrá hambre, que se saciará en El Castellano, unas zamburiñas y un pulpo a la brasa. As Pastas, Santa Clara, A Divina Pastora… El alojamiento de Grisens el hotel Sercotel Tres Luces, en la rúa Cuba. Una ducha y Grisens se irá directa a la praza da Pedra, cerca de donde aguardan el olivo y la concatedral de Santa María. Y de ahí a la praza da Constitución, la de bares, donde caerá algún albariño. En A Retranca, en la rúa San Vicente, una fajita galega, con lacón, grelos, chourizo e tetilla y un solombo de boi con patatas, parrillada de verduras e ensalada mixta. Además de una tarta de chocolate con nueces.

El amanecer en el monte O Castro, con la visión de la ría de Vigo. El hipotético desayuno unas ostras, en la rúa da Pescadería. En el mercado da Pedra Grisens determinará el desayuno y se proveerá de las viandas necesarias para la aventura. La autorización para visitar las islas Cíes hay que tramitarla con anterioridad en la web de la Xunta de Galicia. La salida en barco es desde la rúa Cánovas del Castillo, a las once. Y la ruta que va a realizar Grisens la llamada ruta del faro de las Cíes. Cruzará a la isla del faro a través de un dique del siglo XIX, que une ambas islas. Verá las dunas de la playa de Rodas. A mitad de camino observará la pedra da Campa y se desviará cien metros hasta el observatorio de aves. También se acercará hasta el castro de As Hortas. Y entonces llegará el serpenteo hasta el faro. A 175 metros contemplará la isla de San Martiño, la ría de Vigo, la península del Morrazo y el archipielago de OMS. No tendrá prisa. El regreso, por el mismo camino, es a las cinco y media de la tarde. Entonces, de nuevo unos vinos en la plaza de la Constitución. La cena en A Curuxa Taverna, unas croquetas variadas, una lasaña de setas y una filloa.

El desayuno en la habitación, queso y empanada de la que Grisens habrá comprado el día anterior en el mercado da Pedra. La hora de salida del hotel a las cinco de la mañana, en busca de la Po-323, que habrá de conducirla a el llamado mejor banco del mundo, cerca del mirador de Redondela. Y donde Grisens aguardará el amanecer sobre la ría de Vigo, la ensenada de San Simón y el puente Rande, a más de 240 metros de altitud, con más queso y empanada. A diez kilómetros de Vigo y a cerca de cinco de Redondela. El tren a Pontevedra, desde la estación de Redondela-Picota, sale a las diez de la mañana. Serán sólo quince minutos de trayecto. El alojamiento de Grisens en Pontevedra el hotel Rías Bajas, a tan sólo cien metros del centro histórico. Aunque lo que Grisens persiga será ir andando hasta Combarro, a siete kilómetros, para conocer sus hórreos, porque cuando estuvo viviendo por esa zona cree que se le despistó ese lugar. La comida en el restaurante O Peirao de Rial, una mariscada: langosta, centolla, percebes, camarones, navajas, almejas, berberechos, mejillones, nécoras, carabineros, cigalas, erizo de mar y vieira, maridada con albariño. Un paseo por la praia do Padrón y la da Pinela, para retomar la C-550 hasta el parque da Memoria, donde Grisens hará una parada en la cafetería A Reiboa para tomarse un café solo. Luego se dejará caer por el camiño do Castelo y la rúa Beiramar, hasta dar con el muelle de Campelo y las praias de Cabeceira y Lourido, retomando, tras la ensenada, la carretera antes recorrida. Para cruzar el río Lérez, en busca de la escultura de Valle Inclán. La cena en el restaurante asador Pontegrill, en la rúa da Oliva, una ensalada Mezclum, con lechugas mixtas, pimiento asado, aceitunas negras, cebolla morada y queso con aderezo de miel mostaza. Y un churrasco de ternera. De postre una filloa choco cookie sundae. La copa en Dr Livingstone supongo, una crema de orujo, en la travesía Charino.

Antes del amanecer Grisens cruzará el Ponte do Burgo para acudir a la panadería Santiña y probar su bizcocho de vainilla, limón y miel. El café se lo tomará en el Café Museo da Historia. Quiere recorrer el casco antiguo, que es peatonal, y visitar la basílica de Santa María la Mayor y la cúpula de la iglesia de la Virgen Peregrina.

Su autobús deja Pontevedra a las once y diez y llega a La Coruña dos horas más tarde. De camino a su alojamiento, el hostal Mara, en rúa Galera, una parada para comer en el Barlovento, una ensalada de mango asado, con queso azul y frutos secos, unos rollitos de berenjena rellenos de pisto con queso gallego ahumado y una tarta Mississippi. Bonito será el paso por los jardines Méndez Núñez. Y este un buen punto para detenerse a recapitular. El escritor Manuel Rivas [Φ-GM] en el Código, es coruñés. Como también fue nacida en esta provincia, en la población de Fene, Yolanda Díaz [Φ-CT4] en el Código, política y abogada y actualmente ministra de Trabajo del gobierno de coalición. Pero aún hay otra elección que Grisens realizó y de la que yo todavía no he hablado; Juan Carlos Nuño, [Φ-AI6] en el Código, profesor de Matemática Aplicada de la UPM.

La plaza de María Pita aguardará a Grisens, con su heroína al frente, a cinco minutos de su hostal. El ayuntamiento se encuentra ahí situado. Y por una calle transversal Grisens se adentrará en busca de la ciudad vieja y la rúa de Santiago, donde en Berbiriana tratará de hacerse con un ejemplar de la ‘Zona a defender’ de Manuel Rivas. Cerca la preciosa plaza arbolada del general Azcárraga, donde Grisens quizá iniciará la lectura. Y por los alrededores la casa-museo de Emilia Pardo Bazán y la iglesia de Santiago. Y poco más allá la casa donde vivió Rosalía de Castro. Vamos en pos del castelo de San Antón, que también es museo de historia, aunque antes habremos visto las antiguas murallas. Y después Grisens se tomará un té en la tetería La Kasbah, en la rúa Isabel López Gandalia. Y la andadura proseguirá por el convento y la iglesia de Santo Domingo, la plaza de Santa Barbara y el convento, la colegiata de Santa María del Campo y habrá que encontrar la escalinata de Puerta de Aires. Y de ahí a la plaza de las Atochas y a la de España, y por la rúa Panaderas hasta la rúa Orzán, donde en El Tranvía hay que pedir un carajillo con nata. La playa de Orzán y la de Riazor a pocos pasos. La cena en Gloria Bendita, unas croquetas de la casa y unas zamburiñas a la plancha con emulsión de cítricos. Y de postre una utopía de chocolate. El regreso sobre sus pasos, hasta desviarse en la rúa Alta, para girar en Cantón Grande y dirigirse a la avenida Marina, que es una de las visiones más representativas de Coruña, con sus cristaleras iluminadas o como Grisens se las imagina esa noche.

Grisens aguardará al amanecer en la avenida Marina. Luego, desayunará en el Caffe Vecchio. Seguirá la avenida del Porto y continuará por las Ánimas, alcanzará la punta da Estrada y la ensenada dos Pelamios. Recorrerá el paseo marítimo hasta la ensenada de San Amaro e irá en busca de la playa de las Lapas, el menhir pentacefálico, el ara solis, la rosa de los vientos y la torre de Hércules, que para esa hora, las diez de la mañana ya habrá abierto sus puertas y se podrá subir al faro. La siguiente visita será a Aquarium Finisterrae, un acuario con focas, tiburones y pulpos. La comida en el gastrobar Nova Lua Chea, frente a la playa de las Amorosas, langostinos crujientes con ali-oli, tosta de queso de cabra con verduras y brownie de chocolate con helado de vainilla. El paseo cultural prosigue a escasos metros por Domus, un museo interactivo del cuerpo humano o la casa del hombre. Y se prolonga en la plaza del Humor, que está muy cerca de la plaza de María Pita. Aquí habrá que coger un taxi si se hace tarde, para no perderse el crepúsculo sobre el monte de San Pedro, que dista de este lugar algo más de cuatro kilómetros. Mucha gente va ahí a fotografiarse sobre sus grandes cañones pero Grisens está más interesada en la cúpula Atlántica y en su jardín botánico. Y por último en el ascensor esférico, que la devolverá a la altura de la costa, a Cabalo, cerca del mirador de punta Mexillosa. La cena en Artabria, unos bombones caseros de foie con salsa de frambuesa y pistachos, unos rollitos de salmón ahumado con tártara de langostinos, y una tempura de pulpo sobre puré de patata. De postre tiramisú casero con helado de Ferrero. Y la copa en Fika, al lado de la plaza Maestro Mateo.

El último amanecer desde La Coruña Grisens querrá verlo desde la Torre de Hércules. La tortilla de patata y el café en Playa Mar, en rúa Matadero, al pie de la playa de Matadero. Paseando tranquilamente, por Orzán y Riazor, hasta la parroquia de San Pío y San Roque y en espera de que abran, poco más allá, el museo Nacional de Ciencia y Tecnología. La comida en Samaná, en la rúa Rosalía de Castro, una ensalada de aguacate, panceta y naranja, magret de pato con milhoja de patata y salsa de naranja y torrija al horno con toffe y helado de café. El autobús que Grisens va a tomar deja La Coruña a las tres y arriba a su destino, A Ponte do Porto, cerca de las cinco. El alojamiento de Grisens el hotal O Pincho, y la compra para los desayunos siguientes en Casa Sabino. Y si no, tras cruzar el puente, en el Eroski de Cereixo. La cena en A Xunqueira, pizza a Costa da Morte y coulant con sorbete de mandarina.

Sin prisas, porque Grisens no quiere emprender esta jornada antes del amanecer, se encaminará a Vimianzo, a poco más de nueve kilómetros. Aquí hay un castillo y también se encuentra Casa Sabina. Ricas dicen que están las croquetas de marisco. las setas con salsa ali-oli y el pulpo con salsa de erizos. Además de la tarta de queso al horno. Pero el motivo de este viaje para Grisens no es otro que acercarse hasta la aldea de Urroa, donde espera encontrarse por casualidad con Manuel Rivas, que es donde vive, y que él le dedique su ejemplar de ‘Zona a defender’ y si no tampoco pasa nada. Grisens es tímida y quizá aunque se de la circunstancia se haga la loca. Luego por el camino más largo, para desviarse a Carantoña, porque por el nombre apetece. La cena en el restaurante parrillada Antelo, un churrasco de ternera.

El autobús deja A Ponte do Porto a las siete menos veinte de la mañana y arriba a La Coruña pasadas tres minutos las ocho. A las ocho y media Grisens se subirá a otro autobús con destino a Ferrol, que lo alcanzará a las nueve y cuarto. Su alojamiento el hotel Almendra, bastante cerca del barrio de Canido, el que alberga las meninas y la supuesta obra de Bansky, dos guardias civiles besándose. La idea partió de un artista de Canido, Eduardo Hermida, en un intento de frenar el deterioro al que se enfrentaba el barrio, que es quien pintó la primera menina y con quien Grisens tratará de ponerse en contacto para explorar esta ruta de arte urbano. La comida indispensable, para recorrer la segunda ruta, la del modernismo y el barrio de La Magdalena, con el estómago lleno. En la rúa Sol, en el mesón O’Carabel, una ensalada de queso de cabra (el queso caliente), unos huevos rotos con jamón y un carajillo con nata. Y el paseo por el llamado también Art Nouveau comienza en esta misma calle, a la altura del número 26, con el dispensario antituberculoso. Y prosigue por la cocina económica, de la calle Rubalcava y la casa Rodríguez Fernández. El número 53 de la calle Concepción Arenal, la casa Pereira en la calle María, y la segunda Pereira en la calle Dolores, donde también se localiza la Fonda Suiza. En la calle Real la casa Rodríguez Trigo, y la casa Brañas, la casa Antón en la calle Pintor Imeldo Corral. La pescadería de la calle Igrexa. El Correo Gallego y la casa Romero en la calle Magdalena, y otras, muchas de las casas obra del arquitecto Rodolfo Ucha Piñeiro. Luego, dejando la concatedral de Ferrol atrás Grisens se dirigirá al arsenal militar que hoy es posible visitar. O Camino do Inglés, en la rúa Espartero, próximo al puerto deportivo, abre a las ocho y media. Ahí recomiendan ir con la mente abierta y dispuesta a probar nuevos sabores. Grisens se decantará por el menú paseo: cuatro entrantes, un pescado, una carne y dos postres. La copa en The Drowsy Duck, en el centro.

El desayuno en la cafetería Sevilla, la tortilla dicen que está buenísima. Por ahí la carretera la conduce por Narón, Freijeiro, A Ponto, Fernande, A Fraga, O Barreiro, Mosende de Arriba y de Abaixo, Valdoviño, A Lagoa, O Talieiro, A Cardosa, hasta llegar al motel O Castro, en Pantín, tras algo más de veintitrés kilómetros, donde tras asearse, Grisens comerá una ensalada templada de langostinos y pulpo, pato a las cinco bayas en salsa de miel y un flan de crema de orujo. Las vistas del entorno desde ahí son sensacionales y la tarde un paseo hasta la playa do Rodo, en la que cada año se disputa una de las pruebas para el campeonato mundial de surf. De regreso, ya a la noche, en el motel, cenará una tosta de chicharrón prensado de cerdo celta con queso ahumado y tomate y unas croquetas caseras de carne y pedirá que le guarden también una ración para el desayuno, junto con un tirasmisú. Ya que Grisens cuenta madrugar mucho, debido a las fuertes pendientes que piensa afrontar. O Puntal, cruzar por el puente viejo el río das Mestas, la igrexia de San Fiz de Esteiro, todo eso se lo tragará la noche todavía. Y raro será que esté abierta la cafetería San Isidro frente a la praia de la Magdalena en Cedeira. Lo que casi seguro que se encontrará abierto será el café bar El Puente. Desde Cedeira a San Andrés de Teixido la separan doce kilómetros y medio por la DP-2204. La comida en el mesón Eiravella, unas percebes, unas zamburiñas, una tosta de queso de Arzúa y gulas y flan casero de naranja. Y es posible que un orujo de hierbas. Esto es la costa Ártabra y a Grisens la aguardan los inmortales acantilados de Vixía de Herbeira. A Cariño lo separan de San Andrés de Teixido quince kilómetros. El alojamiento de Grisens la pensión restaurante Cantábrico, donde también cenará, una ensaladilla rusa, una caldeirada de raya y tarta de queso.

El desayuno de Grisens en Bitácora, queso frito con confitura de arándanos. El paseo será por la ría de Ortigueira y Ladrido. A la altura de Reboredo la ensenada de Caleira, más adentro Punta Sismundi. En el mesón A Ponte, en Aldea Esteiro de Arriba una primera parada para tomarse un vino de la zona. Y una segunda en el restaurante La Ría en A Ponte de Mera. Y todavía nueve kilómetros por delante hasta Ortigueira, donde se alojará en el hotel La Perla. Comiendo prácticamente al lado, en el mesón Río Sor, caldo gallego, pulpo a la brasa y de postre queso de tetilla con membrillo. La tarde andando hasta la praia de Morouzos y la de Ladrido. La cena en A Cabana do Fos, ensalada y churrasco pero también un bocadillo de tortilla para el desayuno, que este es otro de los sitios en los que dicen que está riquísima. La copa en el bar Caracas, cerca del paseo del Malecón.

La cita con el amanecer en el molino de viento del campo de la Torre. Desde ahí la distancia hasta O Porto de Bares es de 24 kilómetros. En O Barqueiro hay algún supermercado donde Grisens podrá hacerse con algún aprovisionamiento de comida por lo que pudiera pasar. La comida en O Porto de Bares en A Muller Mariña, salpicón de rape, rape en salsa con patata rellena de pimientos y tarta de chocolate. El alojamiento de Grisens a dos kilómetros, en ascenso, el hotel Semáforo de Bares en Mañón. La cena en el hotel, almejas y rexo con salsa Roquefort.

El amanecer en el faro de Estaca de Bares a tres kilómetros. Y el segundo desayuno en O Barqueiro, en el café bar restaurante Relojes. Y ya son once los kilómetros recorridos y dieciocho los que restan hasta Viveiro. Atravesando la praia de Arealonga, Vicedo, asomándose al mirador de la ría de Viveiro, dejando atrás la praia de San Román, por la LU-862, y saludando de nuevo a la ría en la ensenada de San Xoán, poco antes de que Grisens alcance su alojamiento el hostal As Areas I, en la rúa Granxas, muy próximo a la playa de Covas. La comida en el mesón El Asturiano, unas croquetas de centollo, unas almejas a la marinera y unos calamares. La tarde un paseo hasta el mirador de San Roque. Y la cena en A Chabola, unos pimientos de Padrón y unos huevos rotos con jamón ibérico. La crema de orujo en Rolindes, frente a la playa de Celeiro.

El amanecer en el mirador de Covas. Tras cruzar el puente de la Misericordia y la puerta de Carlos V, la espera hasta las nueve, la hora en que abre sus puertas el restaurante El Muro. Hay tiempo de sobra para desayunar, hasta las diez y veinte, hora en que parte el autobús de Grisens con destino a Ribadeo, a donde llegará cerca de las once y media. En La Quinta de Ribadeo una cazuela de pulpo, gambas y almejas. Y de regreso a la estación de autobuses, antes de las 13h30min., hora en la que parte el ALSA que retornará a Grisens, la ciudadana, a la ciudad origen.

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