En Roncesvalles, el Ermitaño, noche en el albergue… (ii)


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El arcano le habló a mi corazón y no a mi mente. Fue una comunicación inmediata, sosegante. Le dijo al alma, que guardara silencio, depositando la semilla de su secreto en ella, y no a la conciencia: <<Nada malo te sucederá, confía en ello>>. Jorge esperaba algún tipo de aclaración y me miraba. Yo traté de no recordar lo que sabía acerca del arcano, su lección comenzaba ahora, en este punto de la iniciación, el del inicio del Camino…
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El Ermitaño Rider-Waite
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Un anciano (lo ancestral, lo antiguo de carácter sagrado) vestido con un hábito (símbolo exterior de la actividad espiritual), de color gris  o grisáceo (el color de la discreción o de la ocultación, aunque no hay que olvidar que el recién nacido vive en gris y que gris es el color de la ceniza y de la niebla;  los hebreos se cubrían de ceniza para expresar un intenso dolor). En su mano izquierda,  aquella que se conecta con el hemisferio intuitivo y la creación, un báculo, símbolo de la peregrinación (el viaje al centro místico), que le sirve como apoyo en la andadura pero también como arma y sobre todo como arma mágica: hay quien lo compara con la varita del hada y el palo de la escoba de la bruja, vehículo de su viajes a través de los planos y los mundos… ¿Pero sobre qué territorios anda? ¿Son las cumbres heladas de las montañas? ¿o eran, acaso,  las álgidas olas del proceloso mar? El blanco, es el color del pasaje -considerado éste en sentido ritual- por el cual se opera la mutación del ser, según el esquema clásico de toda iniciación: muerte y renacimiento. El blanco -candidus- es el color del candidato, de aquel que va a cambiar de condición… Y el blanco dice Kandinsky <<actúa sobre nuestra alma como el silencio absoluto… Así resonó tal vez la tierra, blanca y fría, en los días de la época glaciar>>.

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Le dije al hombre que estaba sentado frente a mí, y que todavía esperaba por una respuesta: Parece que tu camino va a ser un camino solitario e introspectivo. El ermitaño mira hacia sí mismo…  Él se reafirmó en esa condición. Eso era lo que buscaba: la soledad del contacto consigo mismo. Pero aún quedaba detenerse en la mano derecha, conectada con el hemisferio racional, y lo que alumbraba la linterna: la llama del conocimiento, la búsqueda de la verdad, el logos iluminado, faro proyectado sobre la noche de lo inconsciente… una estrella de seis brazos, el sello de Salomón, que simboliza el abrazo del espíritu y la materia. Por tanto serenidad y prudencia. Además la figura del ermitaño se rodea de una atmósfera azul… el más inmaterial de los colores, el color del pájaro de la felicidad, entrar en el azul equivale a pasar, como Alicia, al otro lado del espejo… en el azul la mirada se hunde sin encontrar obstáculo y se pierde en lo indefinido, *había leído tantas veces… El Maestro interior parecía dispuesto a guiarme y le pedí a Jorge que escribiera algunas palabras o las dibujara en mi cuaderno, mientras nos intercambiábamos los teléfonos. Dudó, no sabía así de pronto el qué, pero lo hizo, una taza de café, lo que disfrutábamos. Y recordé una muy similar que había dibujado hacía meses yo misma, y sobre la que una figura interior opinó: <<la muerte es un apogeo>>. Me hizo sonreír y ya se había hecho tan tarde que nos levantamos, acordándonos de pagar nos fuimos. Porque una cosa que me llamó la atención de aquel lugar fue eso, la poca prisa que se daba el dueño por cobrar. Tranquila -me dijo-. Ya me pagarás luego…
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albergue de Roncesvalles 1
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Jorge me acompañó hasta el albergue Itzandegia. Tenía curiosidad por conocerlo. Olía a incienso, se quemaban barritas y uno se sentía bien dentro; quizá el mérito sea de la piedra, lo sentí acogedor, de la bóveda cuelgan impresionantes  lámparas de forja. Bajamos por las escaleras hasta la sala de Internet, que también  es el comedor y donde bastantes móviles se recargaban. Había una estantería con muchas cosas olvidadas por otros peregrinos, y libros, un buen número. Todo muy limpio, servicios y duchas incluido. Nos despedimos ahí mismo y yo intuí que no le volvería a ver; al menos durante el Camino… El albergue se cerraba a las diez de la noche pero a las nueve y media se apagaron las luces. Me tomé un myolastan mientras me aseaba y me lavaba los dientes, y esa iba a ser la tónica. Había que dormir algo y la contractura perpetua de mi espalda (lleva conmigo casi 20 años) me procura la medicación si la necesito. Descubrí el myolastan en »mi camino» anterior. Y su efecto es inmediato, te tumba en aproximadamente quince minutos. Pero hay que tener cuidado con él porque si abusas deja de ser efectivo. Yo llevaba un año sin tomarlo. Pensando en que algún día haría el Camino.
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Me apaño como puedo para auparme a la cama.  A mi vecina de litera, con más kilos que yo, le ha costado un poco más. Ella ha venido con sus hijas y tiene un sombrero que me encanta. Dice que se lo han regalado por su cumpleaños. Mañana piensa utilizar el transporte de mochilas. Dice que se traen pocos días y que cuánto más cómodo lo hagan mejor, que no disponen del tiempo necesario para aclimatarse.  Le pregunto que si le importa que me pegue a su cama mucho. Dice que en absoluto y ella hace lo mismo.  A las dos nos da pánico caernos y no recuerdo más. Caigo en un sueño profundo en cuestión de minutos. Había un silencio hermoso. Parece mentira que un centenar de personas durmiendo juntas pueden lograr ese silencio entre todas. Hay una consideración por los otros que impresiona. No era esa la idea que  me había hecho por las cosas que había leído. Eso sí, le he advertido a la del sombrero y las hijas que yo ronco. ¡Mujer no será para tanto! -ha sido su respuesta. Me imagino que luego habrá cambiado de opinión. Me grabé hace unos meses, por curiosidad, toda una noche. Y lo hice durante toda la noche. Ese día me dio mucha vergüenza al escucharme. Durante horas me escuché pero no le vi ninguna solución. La que seguro que no se oye soy yo, porque el que ronca duerme. Y también me fui acostumbrando a esa idea como a todas las demás: ¿acaso existe la perfección?
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la Roja

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19 Comentarios Agrega el tuyo

  1. mx7652o dice:

    Jorge Sánchez, el viajero, en su libro ‘El Camino del peregrino a Santiago’, adjudica al día en que se encuentra con Tomás, el templario de Manjarín, el último templario, este arcano del ermitaño. Cuenta que a pocos metros de su albergue, Tomás hizo sonar la campana. En memoria de una tradición del pasado, cuando los días de poca luz o niebla, el peregrino tenía dificultades para dar con el refugio de Manjarín. Dice en un fragmento:

    ‘Me estampó su sello en mi Credencial, donde aparecía una cruz de Tau, un montículo con una aguja que supuse que se trataba de La Cruz de Ferro, y las palabras Non Nobis, que, según Tomás, era una antigua máxima templaria.’

    Y muchas más cosas que aparecen en su ameno libro. Lo recomiendo.

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  2. Mara Verheij dice:

    Hello,

    Beautiful site with beautiful pictures.
    For my study i’m making an essay about the Camino. I have many pictures from my own camino but don’t have that nice picture from the albergue in Roncesvalles.
    Can i » steal » this picture and put it in my school essay?

    Thanks in advance,

    Mara Verheij

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    1. jose ignacio dice:

      The image is not mine, don’t use camera
      to Espinosa del Camino, not think there is
      a problem with that……….

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    2. jose ignacio dice:

      You can use the photo quietly, and if you
      want something, you can also publish it here.

      Greetins

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  3. jose ignacio dice:

    Traducción:

    Hermoso lugar con bellas imágenes para mi estudio.
    Estoy haciendo un ensayo sobre El Camino. Tengo muchas
    fotos de mi propio Camino, pero no tengo una buena foto
    del Albergue de Roncesvalles. ¿ Puedo «robar» esta y poner-
    la para mi ensayo en mi escuela ?
    Gracias por Adelantado
    Mara Verheij.

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  4. mara dice:

    oye corazon lindo blogs te quiero comentar en relacion a tus ronquidos checate la presion arterial…

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    1. Muchas gracias Mara, la tensión la tengo perfecta según mi doctora y ya he dejado se fumar, quizá mejorase, quizá no, no sé, ya me lo contarán

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Es uno filósofo guardando silencio