Ajna, dos pétalos hermosamente blancos, el llamado tercer ojo, cuya clave es la contribución y donde la visión mística interior, la clarividencia se abre por completo, así como el oído místico interior, la clariaudiencia, aquí uno está en el cielo y el alma contempla a su ”objeto” predilecto, su bienamado, que es Dios pero como dijera el maestro Ramakrishna, el maestro de la maestra de mi maestro, en una ocasión, todavía existe un invisible muro de cristal entre el uno y aquel en el que conocerá la eterna extinción, pues el propósito último es el estado absoluto que se alcanza en el instante y momento en que el muro de cristal y el alma y su dios, el ojo interior y su objeto de contemplación, se extinguen ambos por igual. Dormía, dormía y soñaba….